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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 60
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CAPÍTULO 60. ¡Estoy aquí para decir la verdad! Por primera vez en su vida, a pesar de todo, Nathan

King se sentía realmente bendecido. Tenía dos hijos hermosos que estaban juntos, y justo en aquel

momento reían como locos viendo a las ballenas. ¡Sí, Sophi por fin había vuelto a las ballenas!

Nathan abrazo a Meli y besó sus labios con suavidad.

-Esto va a ser muy extraño -murmuró en su oído y ella se giró para verlo.

-¿Qué cosa?

Nathan se ajustó la gorra y los lentes oscuros. Eso, en conjunto con su ropa informal, lo hacía

prácticamente irreconocible.

-Estar escondiéndonos como si fuéramos adolescentes -dijo él.

– Paul dijo que debemos hacerlo hasta que acabe el juicio. En dos semanas se reanudan las

audiencias. Ya falta poco – dijo Meli.

Y eso era lo único que lo tranquilizaba, pasara lo que pasara, en dos semanas estaría divorciado. El

asunto de la custodia de Sophia, por desgracia, no estaba tan definido, pero la trabajadora social que

había hecho la investigación había determinado que era mejor que la custodia provisional fuera para

Nathan, así que Paul creía que tenían buenas posibilidades de obtener la custodia completa de la

nena.

-Vamos a estar bien – lo tranquilizó Meli.

Aquel fue un fin de semana perfecto, sin embargo, explicarle a Sophia por qué no debía decirle a

nadie que Meli estaba viva, no fue tan fácil.

-¿Pero por qué no?

-Sophi, alguien en la casa sabía que Meli estaba viva, pero no quiso decirnoslo, por eso no podemos

confiar en nadie todavía, hasta que no descubramos quién fue -dijo el abuelo con calma.

La niña lo miró con un gesto de sorpresa y luego se cruzó de brazos.

– Está bien, no diré nada, pero quiero regresar aquí, con Meli y mi hermanito – declaró con firmeza.

– Te prometo que haré todo lo posible para conseguir eso, mi vida – le dijo Nathan.

Sophia asintió, un poco dudosa y un poco conforme, y la familia King regresó a su hogar, tristes por la

otra mitad de la familia que dejaban en Boston. ! La preparación para el juicio empezó de inmediato.

Por si acaso Nathan tenía un teléfono diferente para que pudieran hablar con Meli y el bebé todos los

días, y cuando ya sentía que se ahogaba sin ella, se subía a un avión y se le aparecía de madrugada,

le hacía el amor salvajemente, veía a James, y regresaba para las primeras horas de la mañana. 1

Por fin dos semanas después el juicio comenzó.

– Tenemos muchas buenas noticias –declaró Paul llegando a casa para pasar por ellos.

Nathan puso el teléfono en altavoz, porque estaba hablando con Meli, y ella lo escuchó todo.

—Dilas para Miss Tropiezo.

“iOye!” –se quejó Meli.

-Bueno para empezar, el juez ya se hastió del caso, así que decidió cerrarlo en tres sesiones. Dice que

ya no aceptará ni una prueba más – les contó Paul —. Así que en los siguientes tres días esto

terminará.

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“Eso es genial”

– La otra buena noticia es que, por recomendación del psicólogo, ninguno de los abogados de las

partes interrogará a Sophia. Será solo una conversación entre el juez y la nena, supervisada por la

trabajadora social y el doctor Brooks. Los padres tampoco podrán estar presentes – dijo Paul-.

Esperemos que todo salga bien..

Salieron hacia el juzgado y allí encontraron a Marilyn y a su abogado. Nathan la miró con curiosidad,

más por sí mismo que por ella. Iba vestida con una sencillez forzada, con poco maquillaje y ojeras,

casi parecía enferma, pero Nathan sabía que solo era una estrategia para provocar la lástima del juez.

Así que no pudo evitar preguntarse que había visto en ella. Había pasado tanto tiempo que ya no lo

sabía.

Entraron a la sala y de inmediato comenzó aquel juicio. El asistente de la corte leyó las demandas:

Nathan King demandaba el divorcio y la custodia total de su hija, Sophia King.

Marilyn King se negaba al divorcio, pero sabiendo que igualmente sucedería, demandaba la custodia

total de la niña y una pensión de veinte mil dólares mensuales.

Como el juez sabía que para los King el dinero no era un problema, decidió comenzar por lo más

conflictivo: la custodia de la menor. Así que mandó a despejar la sala, y se quedó solo con las

principales personas.

– Hola, Sophia, buenos días – saludó el juez con una sonrisa amable. Habiendo sido juez de la corte

de la familia por tantos años, ya sabía lo estresados que estaban los niños en un

momento como aquel

– Hola -dijo Sophi cohibida. -¿Sabes por qué estás aquí? —preguntó el juez. -Usted va a decidir si vivo

con mi papá o con mi mamá. – Así es. Eres una niña muy inteligente.

–Ya casi tengo nueve años. Se supone que entienda esto -respondió Sophia mirando a su psicólogo y

el médico le sonrió con dulzura.

—Te quería preguntar… ¿está siendo difícil para ti que tus papás se separen? – preguntó el juez.

—Mmmm… nunca los he visto juntos. Yo siempre viví con mi papá, porque mi mamá estaba enferma

– le contó Sophia- . Luego ella llegó… Y la ausencia de emoción al terminar ahí su frase, le dijo al juez

que la niña no estaba muy feliz con eso.

—¿Y cómo te llevas con tu mamá, Sophi? ¿Ella te cuida?

Sophia miró al doctor Brooks, y él le hizo un gesto de asentimiento señalando al juez.

-Puedes decirle la verdad a él – le dijo con confianza.

La niña suspiró y dejó caer los hombros con cansancio.

– Mi mamá grita mucho. Siempre le grita mucho a todo el mundo. Me dijeron que estuvo cinco años

dormida así que a lo mejor se le acumularon los gritos. -Bueno… a veces las mamás gritan, ¿sabes?

Pero apuesto a que hace muchas cosas interesantes contigo. La niña se quedó en silencio y no

respondió. El juez era capaz de ver cuánto le incomodaba hablar de su mamá.

-Sophi, sé que esto es difícil, pero necesito saber cómo te llevas con tu mamá – dijo con suavidad.

– Ella me hizo decir cosas horribles y lastimar a mi papá. Luego el doctor Brooks me explicó que no

era mi culpa, pero yo igual me siento mal, porque mi papá me quiere mucho, y no se merecía lo que

yo le hice – murmuró Sophia con la mirada baja.

-Entonces, si tú pudieras elegir con quién vivir ¿con quién te quedarías? – preguntó el juez.

-Yo quiero vivir con mi papá y con mi abuelo. Siempre he vivido con ellos y me quieren mucho įsabe?

Mi papá es el mejor papá del mundo, y yo jamás lo cambiaría por nadie.

-Entiendo. ¿Y tu mamá? ¿Te gustaría que te visitara? -preguntó el juez, pensando en una posible

custodia compartida. -Sí, me gustaría verla en mis cumpleaños y en Acción de Gracias.

El juez pestañeó, confuso.

-¿Solo esos días?

—¿Tienen que ser más? —preguntó Sophia juntando las cejas, con cara de susto, y el juez

comprendió perfectamente. 3

-Gracias, Sophi. Fuiste de gran ayuda para mí, eres una niña muy valiente. Ahora vas a ir con la

señorita Mildred afuera, ella te llevará por un helado ¿de acuerdo?

Sophia se despidió de él con educación y salió de la mano de la trabajadora social.

Diez minutos después el juez permitía que todos los demás entraran a la sala.

-Muy bien, he escuchado la declaración de Sophia y parece que ella tiene muy claro con quién desea

vivir – declaró el juez, pero antes de que pudiera terminar, Marilyn se puso de pie, bruscamente.

-¡Usted no puede hacer simplemente lo que diga Sophia! ¡Los niños no saben lo que quieren, ni

siquiera entiende bien todavía! ¡Mi hija es muy chiquita, aunque ahora no lo sepa, lo mejor para ella es

estar con su madre! –exclamó furiosa, porque nadie tenía que decirle que Sophia había elegido a su

papá. -¡Siéntese, señora King! ¡Nadie le ha dado permiso para hablar! –ordenó el juez-.¡Y por

supuesto que se debe escuchar a los niños!, ¿si no por qué hacemos esto? –¡Pero es que Sophia está

confundida! ¡Su padre la ha manipulado toda la vida para que no me

quiera! ¡Incluso le dijo que yo estaba muerta! – gritó Marilyn y Paul se puso de pie. -Su Señoría, ¿y si

en vez de escuchar arrebatos pasionales, comenzamos con las declaraciones? -preguntó con

indiferencia y el juez asintió. – ¡Eso sería excelente! ¿Quiere llamar a algún testigo, señor Anders? —

preguntó. -Sí, quisiera llamar a declarar al doctor Brooks. El psicólogo subió al estrado y juró sobre la

Biblia. -Doctor Brooks, ¿desde cuándo es usted el psicólogo de Sophia? -Desde que la señora King

tuvo el accidente de esquí. Sophia tenía poco más de dos años y a su padre le preocupaba no saber

lidiar con ella y con la ausencia de su madre -respondió el doctor.

-¿Y su padre sabía qué hacer? – No, el señor King estaba completamente perdido en cuanto a cómo

ser un padre solo, pero tuvo el buen juicio de rodearse de personas que podíamos asesorarlo bien en

la crianza de su hija.

-¿Usted sabía de la decisión del señor King de ocultarle a su hija que su madre estaba viva? – lo

interrogó Paul, adelantándose a las preguntas malintencionadas del abogado de Marilyn.

-Sí, lo sabía.

– ¿Y cuál es su opinión profesional sobre eso?

– Revisé el expediente de la señora King, hablé con sus médicos y decidí apoyar la decisión del señor

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King. Para Sophia no era beneficioso saber que su madre estaba en coma y que probablemente jamás

despertaría, no es algo que una niña de cuatro años sea capaz de entender, y no encontré razones

suficientes para provocarle un estrés semejante.

– Gracias – concluyó Paul dejando paso al abogado de Marilyn. -Señor Brooks, ¿sí se da cuenta de

que la señora King está despierta?

– ¿Es una pregunta retórica, verdad? -respondió el psicólogo. -¿Cómo cree que se sienta la señora

King al saber que volverán a separarla de su hija, después de haber perdido cinco años de su vida?

-No tengo idea, la señora King no es mi paciente, no acostumbro a especular — respondió el .

médico-. Lo que sí puedo decirle es que la señora King ha tenido casi dos años para construir una

buena relación con su hija y no lo ha hecho. Hablemos claro, Sophia no se siente a salvo con su

madre…

–¡Yo no le pregunté eso! -sentenció el abogado.

-¡Pero es que yo no vine aquí solo a responderle a usted, sino a decir la verdad! – replicó el doctor-.

Sophia es una niña y los adultos responsables por ella estamos en el deber de protegerla. Como su

médico soy uno de esos adultos, y estoy en todo el derecho de declarar a favor de mi paciente. En los

cinco años en que la señora King estuvo en coma, yo veía a Sophia cada tres o cuatro meses. Seguía

su desarrollo y me sentía tranquilo al ver que estaba viviendo la infancia como debía, feliz, protegida, y

querida. Desde que la señora King despertó Sophia comenzó a venir a mi consulta con mucha más

frecuencia, ahora tengo que verla hasta tres veces por semana y he sido testigo del deterioro de su

niñez. 2

lo

– ¡Pues por supuesto! ¿No cree que sea difícil para ella saber que su padre le mintió? increpó el

abogado.

Lo que está pasando con Sophia no ha tenido nada que ver con la mentira del señor King, sino con la

manipulación de su madre —replicó el médico.

–¿Le gustaría ofrecernos un ejemplo? –lo retó el abogado.

—Usted sabe muy bien que no puedo, eso sería romper con el privilegio médico-paciente. Pero sí

puedo decir que la señora King manipuló a Sophia de tal forma que provocó un episodio de gran

culpabilidad en ella, ya que estuvo asociado a la muerte de una persona muy querida para la niña.

Sophia todavía no logra recuperarse de eso, así que no se lleva bien con su madre, porque siente que

fue engañada por una mujer que supuestamente debía protegerla. –¿Usted no es quién para juzgar el

comportamiento de mi cliente! – siseó el abogado. – Tiene razón. Debería hacerlo un jurado, por

maltrato psicológico -sonrió el doctor Brooks y el abogado se puso lívido.

-¡Su Señoría! Solicito un receso -pidió enseguida.

Tomaron un receso de diez minutos y el abogado de Marilyn se le acercó con un gesto frustrado.

– A este paso perderás la custodia, y si pierdes la custodia, puedes olvidarte de esa pensión

exorbitante que estás pidiendo. 1

Marilyn apretó los puños con impotencia. 2

– No, claro que no -siseó-, súbeme al estrado. Quiero declarar.