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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 180
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ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 29. No te molestes en regresar

Nahia sintió que estaba dejando ir un pedacito de su alma cuando Aaron se despidió de ella.

-Pórtate todo lo bien que puedas -le sonrió él, ya en la puerta, mientras tomaba sus labios con un beso

suave.

-¿Estás asumiendo que me voy a portar mal?

-Por supuesto, pero eres una chica grande y sé que vas a cuidarte y a mantenerte segura ¿verdad? -

Si, mi general–sonrió ella colgándose de su cuello, no quería dejarlo ir, pero no le quedaba otra

opción. Aaron iba a viajar a donde el detective de James le había dicho que se había marchado

Martin. Él tenía sus propias formas de investigar, y la verdad era que si el reconocimiento facial

hubiera funcionado, solo habria mandado a Caleb a rastrearlo, pero por desgracia entre la paliza que

le había dado James y la que luego le había dado Maddi, habían dejado al tipo medio irreconocible,

así que no había otra forma de comprobar dónde estaba más que hacerlo fisicamente.

Después de que Aaron se marchó, Nahia miró aquel departamento vacío con un suspiro. Se sentía

horrible estar sin él, así que nadie tenía que decirle que estaba enamorada hasta los huesos. Los

siguientes días fueron de exámenes finales así que la muchacha se mantuvo bien ocupada. A veces

almorzaba con algunos amigos en la universidad, pero apenas terminaba regresaba a casa. Hablaba

con Aaron cada noche, a él le gustaba contarle cómo iba la investigación y ella se moría de envidia por

no poder estar con él recorriendo el resto de aquella isla.

Por fin los exámenes terminaron y Nahia se fue a celebrarlo con la familia. Con la apertura de la

escuela siempre había mucho trabajo que hacer, así que se quedó con James y con sus padres.

Eso, por supuesto, fue un descanso para los ojos del vigilante encubierto que Aaron había dejado para

ella y Caleb enseguida llamó a su hermano.

-¡Listo! ¡Está en casita con mami papi y los hermanitos! ¡Y yo estoy en Londres solo una noche de

sábado! ¡Por favor dime que puedo ir a relajarme! -suplicó y Aaron rio porque Caleb era más

impaciente que un adolescente hormonal.

-¿La dejaste en su departamento o en la escuela?

En la escuela -dijo Caleb.

-Está bien, Sibar se encarga de la seguridad ahí, y confío plenamente en él. Puedes salir a relajarte,

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hermanito–consintió Aaron.

Lo que menos se imaginaba, era que Caleb no era el único que necesitaba relajación.

-¡Pues ustedes se quedan y yo me voy! -rezongó James agarrando su chaqueta-. Es sábado, la noche

es joven…

-Pero tú no–se burló Maddi.

-¡Exacto, yo no! Y me he pasado el día rodeado de nenes, lo cual es muy lindo pero te juro que si no

me bajo un whisky ahora mismo, acabaré chupándome un biberón. ¿Entendieron?

Maddi y Nahia se echaron a reír, pero finalmente accedieron a acompañarlo. (1)

Cualquiera podría pensar que la casualidad era demasiada, pero la realidad era que sus costumbres

solo jugaban en su contra. Los King se dirigieron al mejor antro de la ciudad porque estaban

acostumbrados a lo mejor y, bueno… sucedía que los Orlenko también.

James se quedó pagando y ellas se dirigieron al segundo piso pero ni siquiera habían llegado a uno

de

los reservados VIP que James había pedido, cuando Nahia se quedó paralizada, porque una figura

conocida se abrazaba a otra muchacha desconocida. 1

¡Allí estaba Aaron, con otra mujer, besándose como si el mundo se estuviera acabando en ese

instante en uno de los reservados más exclusivos del antro! (

Durante un largo minutos Nahia no pudo moverse, como si estuviera En un estado de shock. Era él,

con una barba de dos semanas, pero era él. Con aquella rubia sobre su regazo… ¡pero m*****a fuera

era él!

Su primer instinto resultó en un gruñido y dirigirse hacia ellos, pero Maddi fue la primera en reaccionar

agarrando a Nahia del brazo para sacarla de ahí.

-Tiene que haber una explicación -le dijo Maddi y Nahia apretó los dientes con los ojos llenos de

lágrimas.

-¡No hay problema, yo voy y la busco! -siseó Nahia y Maddi la detuvo. (3)

-Solo vas a lastimarte a ti misma, lo sabes–le advirtió-. Sin contar con que mañana saldrá en cada

periódico de la ciudad.

Nahia cerró los ojos con frustración, no quería creerlo, pero parecía que no había muchas dudas.

Sacó su celular y marcó el número de Aaron, que no tardó en contestarle.

-Hola nena, ¿cómo estás? -le preguntó él con tranquilidad, como si nada pasara.

Dónde estás? -murmuró Nahia sin saludar siquiera. 1

Del otro lado se hizo un silencio extraño y él respondió.

-Pues… en Gales, ya te lo dije ayer -murmuró Aaron sin entender el motivo de la pregunta y ella

apretó los dientes-. Creo que estoy cerca de dar con la pista de Martin, quizás el próximo fin de

semana ya pueda estar de regreso.

A Nahia se le llenaron los ojos de lágrimas, pero la voz no le tembló ni un poco al contestar.

-Si, bueno… sobre eso… no te molestes en regresar.

Al otro lado solo hubo un instante de silencio y sobresalto.

-¿Qué? ¿De qué estás hablando, Nahia? ¿¡Cómo que no quieres que vuelva!? -exclamó Aaron con

frustración..

-Exactamente eso -sentenció ella.

-¡¿Qué demonios pasó?! -espetó él con desesperación-. ¿Qué diablos está pasando Nahia?!

-Nada que no te hayas buscado. No quiero volver a verte. Puedes seguir tu aventura, pero ya no me

uses para justificarla. Adiós -sentenció colgando el teléfono. (1)

Se cubrió la boca con una mano mientras las lágrimas caían por sus mejillas y se alejó de allí. James

la vio pasar a su lado y trató de detenerla pero Maddi no lo dejó.

Al día siguiente y sin querer hablar con nadie, Nahia volvía a Oxford y Maddi le mantenía el secreto,

así que en la familia sabían que algo había pasado entre ellos pero no sabían qué.

Y justo doce horas después una bestia enojada pateaba la cama de Caleb en aquel departamento en

Londres. El muchacho rodó por el suelo y se levantó alerta hasta que vio de quién se trataba.

-¿Qué fue lo que pasó con Nahia? -le gritó Aaron y su hermano abrió mucho los ojos.

-¿Y yo cómo voy a saber? -se defendió Caleb, notando el calor de la furia de su hermano.

Aaron se acercó a él con una mirada de reproche y sacudiendo la cabeza como si intentara contener

su

ira.

-Ella me llamó anoche para decirme que no quería volver a verme y que podía seguir mi aventura sin

necesidad de usarla como excusa -dijo con un tono concentrado y Caleb sintió como sus tripas se

ponían frías. ¿¿Por qué dijo eso, Caleb? ¡Yo no tengo ninguna aventura! Tienes que decirme con

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quién estuvo, con quién habló, quién se le acercó….

-¡No lo sé! La última vez que la vi fue ayer en la tarde, estaba con su familia… -respondió.

Aron maldijo en voz alta y se dio vuelta para salir de allí, pero antes de marcharse se detuvo y lo miró

con reproche.

-Tu trabajo era saber, Caleb -le dijo con incomodidad-. Fue lo único que te pedí.

Caleb respiró profundamente y cerró los ojos antes de ponerse a maldecir él también, pero para

cuando iba a intentar disculparse con su hermano, ya Aaron se había subido a su coche y estaba

conduciendo a toda velocidad hacia la escuela que habían hecho los King.

Sibar lo dejó pasar y Nathan le abrió la puerta de su cabaña, pero además de verse molesto solo

sabía que Nahia se había ido de regreso a Oxford.

-¿Qué le hiciste? -lo increpó antes de que Aaron se fuera.

-¡Pues no tengo ni idea, señor! ¡Acabo de llegar ahora mismo de Gales, estaba allá asegurándome de

que Martin Prescott de verdad ya no es una amenaza, pero anoche hablo con Nahia y me dice que no

quiére verme más, y yo más perdido que una vaca en un concierto sin saber por qué! ¡Así que vine a

ver si me dice por qué demonios no quiere verme más! -respiró profundo y se mesó los cabellos con

impotencia. 1

-Bueno… buena suerte con eso le dijo Nathan despidiéndose de él con una palmada en el hombro.

Aaron salió en dirección a Oxford tan rápido como pudo. Tenía una llave de aquel departamento, pero

apenas entró el silencio fue su respuesta. El departamento estaba vacío. Sus cosas seguían allí,

obviamente, pero eso era lo de menos porque en la mesa de centro de la sala también estaba su

teléfono.

Aaron lo alcanzó de inmediato y leyó un mensaje que le había mandado a sus padres hacía menos de

una hora.

“Papá, me voy a hacer un viaje por carretera. No se preocupen por mí. Los llamo en el camino. Los

quiero

No decía nada más, pero Aaron sabía por qué había dejado su teléfono allí, porque ella sabía que él

era capaz de rastrearlo aunque estuviera apagado.

-¡Maldición! -rezongó. A esa hora podía estar en cualquier parte.

Sabía que ella iba a regresar. Tenía que hacerlo para el próximo cuatrimestre, pero para eso todavía

faltaban tres semanas. ¿¡Qué diablos iba a hacer él durante tres semanas sin saber de Nahia…

además de volverse loco!?