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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado

Capítulo 693
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Capitulo 693 Marisol se quedé parada, con una expresion algo atontada mientras tdmaba la sopa con ambas manos.

Frente a Carta que la miraba incrédula y con los ojos bien abiertos, Marisol no fingié recato alguno, sosteniendo el tazén, empez6 a beber a grandes sorbos. A pesar de haber cenado un gran plato de sopa de carne, todavia tenia espapara mas.

iSin duda era un caldo hecho con huesos de res traidos del extranjero y la habilidad del chef era notable, el sabor era excepcional! Marisol se relamié y su sincera opinion, “iSi que esta sabroso!” “Pues toma otro tazén, hay mucho mas", dijo Antonio, con una sonrisa siempre presente en sus labios, empujé el termo hacia ella.

Marisol eché un vistazo a Carla, cuyo rostro se habia vuelto verde de la envidia, y conteniendo la risa asintié con la cabeza, “iClaro!” Ignorada de tal manera por ambos, Carla apreté sus pequefios pufios, queriendo estallar pero se contuvo. Luego, con una sonrisa radiante, se agaché para sacar una camisa de su bolsa, “Antonio, hoy estuve en el centro comercial y vi una camisa que te quedaria perfecta, es de tu color favorito, gris carbon, y ademas es de edicion limitada. Solo habia una en la tienda, mirala y dsi te gusta.” Al final, se giré hacia ella y con una voz inocente preguntd, “Como mi esposa, {Qué piensas? ;Te gusta?” “..."” Las comisuras en la boca de Marisol se tensé.

Reconocié la camisa en cuanto Carla la sacé; era la misma que ella habia visto en la tienda esa tarde y por la que habia decidido comprar, a pesar del precio; iba a pagarla a plazos con su tarjeta de crédito. jCarla claramente la habia arrebatado con el propésito de molestarla! Se habia llevado la camisa que Marisol queria comprar para Antoy habia corrido a entregarselo a Antonio, para que él la usara y ella la viera después...

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“Knock, knock- De repente, alguien golped la puerta.

Una enfermera entré corriendo, sorprendida al ver a un hombre y dos mujeres en la sala, y dijo con cautela, “Dr.

Antonio, el paciente de la cama 5 esté convulsionando y ha perdido el conocimiento, puedes venir...?"” Antose levanté de su silla con una expresion seria, “jVoy enseguida!” Siguid a la enfermera fuera de la oficina y, al dar unos pasos, se detuvo y mir6 hacia las dos mujeres que quedaban en la sala con una ceja alzada. Luego, sus ojos se posaron en Marisol y, con un gesto de su dedo a través del aire, enfatiz6, “Espéraqui, jno te vayas!” Después de que sus pasos se alejaron, solo quedaron ellas dos en la oficina.

Marisol continud bebiendo su sopa en silencio, esperando pacientemente.

En estos momentos, quien habla primero pierde la ventaja.

Aunque Marisol no tenfa mucha experiencia ni astucia, definitivamente tenia mas que Carla, quien era aun muy joven y consentida por su familia, sin haber pisado atin la sociedad. Tras mirar fijamente a Marisol durante unos minutos, Carla comenz6 a perder la paciencia.

Se acerc6 enfadada, arrebatandole el tazén de sopa de las manos, “jEsa sopa era para Antonio, no para ti, por qué la estas bebiendo!” Marisol sac una servilleta de su bolso, se limpid la boca y las manos, y con buen &nimo le explicé, “No lo viste? Fi tu querido Antoquienla dio!” La muchacha delante de ella vestia un vestido blanco que la hacia parecer tan pura como un lino, aunque su cuerpo era voluptuoso, especialmente porque el corte del vestido revelaba casi todas sus curvas, su estrecha cintura y ad hién desarrollado.

Capitulo 693 De repente, Marisol recordé haber preguntado a Antopor qué nunca habia considerado a la sefiorita Carla como esposa, y qué habia dicho él... Que le gustaban las mujeres con pechos pequefios.

Bajé la mirada y comparé disimuladamente los suyos con los de Carla, sintiendo cémo las comisuras de sus lablos so contraian involuntariamente.

“Fuchi, descarada!” Carla, furiosa, la sefialé y comenzé a insultarla.

“iA quién le estas diciendo eso?” pregunté Marisol con rostro imperturbable.

iPor supuesto que a ti!” gruid Carla con desdén.

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Marisol no se molestd, sino que parpaded, “Oh, pensé que hablabas de ti misma.” Ella deberia haber sido Jacinta, pero se convirtié en la otra.

Observando la camisa de hombre al lado y la provocacién en el rostro de la joven frente a ella, Marisol suspiré internamente, ‘Si no muestro mi fuerza,tomaran por una Hello Kitty inofensiva. jPero noculpen si dejo de ser amable!" “Sefiorita Carla, déjdecirte algo, he visto mucho de esto en mi carrera periodistica. Debes pensarlo bien, ser la otra requiere de mucho coraje. Debes estar preparada para ser insultada y atacada por la gente en la calle. Y las que son mas agresivas, hasta te pueden arrancar la ropa o lanzarte acido. jNo es para asustarte!*, Marisol fingié un suspiro, “Ay, jo sera que es una moda en la sociedad actual el robar maridos ajenos? Ademas, ;crees que por ser buena con la pala, podras cavar en cualquier esquina?” Carla se puso palida con la acusacion y replicé con emocién, “;Cuando dije que queria ser la otra? {Tu eres la otra, toda tu familia es la otra!” “Si no eres la otra, (que eres entonces?” Marisol pregunté con calma.

“Yo...” Carla se puso roja de ira, incapaz de responder.

Marisol extendi6é sus manos en un gesto de paz, y comenzo a hablar con la serenidad de un monje, “Yo y tu Antoya estamos casados, con certificado del registro civil y todo, es una relacién de esposos reconocida por la ley del pais. Entiendo cémo te sientes, pero incluso si no estas contenta, lo hecho, hecho esta. Si no estuviéramos casados, tu intervencién podria considerarse una competencia justa, pero ahora que ya estamos casados, si te entrometes, ;qué serfas sino la otra?” “Eres una joven con tanto que ofrecer, ;por qué perder el tiempo siendo la otra? Escucha el consejo de una amiga, no hay fin para el mar de sufrimiento, pero siempre puedes volver a la orilla.” “iTienes los dientes y la lengua bien afilada!” Carla no pudo ganar la discusién y comenzd a pisotear el suelo con frustracién.

Marisol sonrié con los ojos entrecerrados, mostrando sus dientes, “Gracias, es parte de mi trabajo.” “Ta, ta..." Carla sefal6 a Marisol durante un largo rato, sin poder articular una respuesta.

Con las mejillas hinchadas de ira y los ojos y la nariz distorsionados por la frustracién, miré fijamente a Marisol, finalmente tomé el termo con fuerza y se dirigi6 con furia hacia la salida.

Cuando la puerta se abrié con un fuerte golpe, alli estaba Antonio, apoyado casualmente en el marco de la puerta con una expresién de quien disfruta del espectaculo. Carla pisoted el suelo enojada, su indignacion estaba a punto de estallar, y con un resoplido de mezcla de tristeza y rabia, se alejé rapidamente.

“iBravo, bravo!” Antoaplaudié lentamente, con una sonrisa relajada, “Ah, jqué entretenido!” Marisol levant6 la vista al escuchar los aplausos, sin saber cuando habia regresado ni cuanto tiempo habia estado alli. Al recordar que él habia escuchado toda su conversacién, una ola de vergiienza le subié a las mejillas.