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Cariño eres multimillonario

Capítulo 42
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Capitulo 42: Haciéndola Buscarlo a El

En el rincon mas escondido del bar, Altana, disfrazada y disfrutando del espectaculo, se sorprendié al ver al

esposo de Valentina marcharse. El estaba con Dylan, y la actitud de Dylan no parecia la de un jefe con su

empleado, sino mas bien la de un amigo. ;Amigo de Dylan? Altana sintié que el marido de Valentina no era un

hombre cualquiera.

Inmediatamente sac la foto que un paparazzi habla tomado en el Grand Hotel de Coralia y la

envié de nuevo al fotégrafo.

[Aytida investigar a este hombre. Si logras algo, te pagaré generosamente), escribié.

Fuera del bar, Santiago sali6 tras Valentina e Izan, quienes acababan de subir a un coche. Sin pensarlo, Santiago

los sigui6 en su provehiculo.

El coche se detuvo frente a un hotel y Valentina bajo, entrando al edificio. Al ver que Izan no la segufa, la

expresion de Santiago se suavizé gradualmente..

“iValentina ha estado viviendo aqui estos dias? Ya casada y ain pasa las noches fuera, como sihubiera

olvidado completamente», pensé Santiago.

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Molesto, Santiago sacé su teléfono con la intencién de contactar a Valentina, pero en el Gltimo momento cambid

de opinién y llamé a Thiago en su lugar.

Tras escuchar las 6rdenes de Santiago, Thiago no pudo evitar sentir lastima por la sefiorita Valentina. Hacia unos

dias aun se comportaba caprichosamente delante de él, y ahora, ;iba a dificultarle las cosas

intencionadamente?

Tras colgar, Thiago instrucciones a su equipo.

En menos de media hora, Valentina, que estaba acostada en su habitacién de hotel preparéndose para dormir,

escuchd unos golpes en la puerta. Se levanté y abrié, encontrandose con el gerente del hotel, quien se disculpé

con una sonrisa.

-Lo siento, sefiorita Lancaster, pero hemos tenido un problema imprevisto con su habitacién y no podremos

alojarla aqui.

-No hay problema, -Valentina, siempre comprensiva, respondié-, solo cambia otra habitacién.

-Lamentablemente, no tenemos mas habitaciones disponibles. -El gerente parecia apenado-.; Qué le parece si le

reembolsamos diez veces el depésito y busca otro hotel?

Aunque cansada, Valentina acepto la propuesta sin querer causar problemas.

-Esta bien, solo devuélvael depésito.

Con dinero en el bolsillo y pocos efectos personales, Valentina se dispuso a buscar otro hotel.

Pocos minutos después, Valentina llegé a otro hotel cercano. En la recepcion, el personal el nombre en su

documento de identidad y una expresién extrafia cruzé su rostro, antes de responder con cortesia.

-Lo siento, sefiorita, acabo de descubrir que el hotel ya no tiene habitaciones disponibles.

Valentina fruncié el cefio, sin pensar demasiado en ello, y se marché con su identificacién. Después de visitar

mas de una docena de hoteles y recibir la misma respuesta de «sin habitaciones disponibles», Valentina empezd

a sospechar que algo extraestaba sucediendo.

*;Como es posible que tantos hoteles de repente no tengan habitaciones? jDebe haber algo mas detras de

esto!», pensé.

En el Ultimo hotel que visit, Valentina se detuvo al escuchar una conversacion entre varios

empleados:

-He escuchado que es una orden de la Corporacién Mendoza. Ningln hotel en Coralia puede

hospedar a la sefiorita Valentina Lancaster.

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-Qué pena por la seforita Lancaster, ofender a la Corporacién Mendoza...

Valentina se quedé aténita.

-¢Ofender a la Corporacién Mendoza? ;Cuando he ofendido a la Corporacién Mendoza? Ni siquiera conozco a

nadie de alli!

Entonces record6... la noche en la Villa Rodriguez, la imponente figura que la confronté: jel Sefior

Mendoza!

-iTiene que ser él! -El Unico de la Corporacién Mendoza que conocia era él.

Valentina sali6 furiosa del hotel. No muy lejos, Santiago, que habia estado siguiendo a Valentina

en su coche, esperaba que ella lo buscara. Pero después de una hora, tras visitar mas de diez

hoteles y enfrentarse a constantes rechazos, todavia no habfa pensado en pedirle ayuda.

Santiago, cada vez mas molesto, finalmente decidi6 acercarse con su coche. Justo a tiempo

para escuchar a Valentina, que pisoteaba el suelo y se quejaba con ira:

-iMaldito sea el Sefior Mendoza! Yo. Valentina, no puedo verlo ni en pintura!